La primera de ellas, que recoge en su blog de La Carta de la Bolsa, es que "quienes tanto ensalzan el incremento de las exportaciones deberían meditar sobre qué bienes y qué servicios exporta España, es decir, sobre el valor añadido de lo exportado".
Al respecto, explica Becerra, España produce y exporta bienes de reducido valor añadido. Esta situación pone de manifiesto, a su juicio, una estructura que precisa un volumen y una calidad de inversión muy concreta y una realidad en la que apuesta demasiado al abaratamiento de las condiciones laborales. Y añade: "Hoy son más productivas instalaciones agrícolas holandesas que españolas, y hoy se están produciendo deslocalizaciones agrícolas españolas hacia Marruecos; que esto suceda con otros subsectores económicos es cuestión de meses".
Otro dato a tener en cuenta, señala Becerra, es el hecho de que las exportaciones españolas están muy concentradas geográficamente. Según datos del economista, tres regiones exportan el 48,2% del total de lo que exporta España, añadiendo dos más el 67,2% (Cataluña, Madrid, Andalucía, Euskadi y la Comunidad Valenciana).
Por otra parte, si se atiende al PIB regional, el peso de las exportaciones en el peso de las economías regionales "es variadísimo", oscilando del 43,2% en el caso de Navarra o del 31,6% en el de Euskadi, al 3,2% en el de las Islas Baleares, indica Becerra.
Así pues, señala el economista, "España produce y exporta lo que produce y exporta, y lo hace con una productividad muy baja cuyo comportamiento está totalmente vinculado a la relación entre oferta y demanda de trabajo".
En otras palabras: "Cuando el PIB ha crecido en España, lo ha hecho la demanda de trabajo, a costa de que la productividad decreciese. Cuando España fue bien fue cuando más se redujo la productividad en España; y al revés, cuando las cosas van mal y la economía no crece o decrece, es cuando la productividad aumenta, a base de que la demanda de trabajo se reduzca y los despidos se disparen en una atmósfera de mantenimiento o crecimiento de la oferta de trabajo".
Más competitividad, salarios más bajos
Si España está ahora aumentando su competitividad es a base de reducir salarios y generar desempleo del factor trabajo, es decir, a base de disminuir costes laborales y de forzar a que quienes trabajen hagan más por menos, señala Becerra. "Y lo hace así porque la economía española es incapaz de aumentar sanamente la productividad: a través de inversión porque el valor de lo que produce España es bajo". "Del total de exportaciones realizado por España en el 2011, el 24% correspondió a dos partidas Automóviles y Combustibles", indica.
No obstante, Becerra apunta que hay quien argumenta que lo importante es que España aumente su competitividad y mejore su productividad, aunque sea a costa de que se empobrezca su población y de que se dispare su desempleo. Y que si la productividad crece "aunque sea de forma sucia" los costes podrán bajar con lo que la competitividad aumentará y las exportaciones irán mejorando.
"Ya", dice Becerra ante este argumento, "pero aún dejando a un lado todo lo que haya que dejar a un lado para seguir ese esquema, lo cierto es que en un escenario de escasez otros intentarán copiar el método, y por muy competitiva que España sea en lo que fabrica, para que España exporte otros han de consumir lo que fabrica España, es decir, este esquema supedita el crecimiento a la dependencia". "Alemania y China de eso saben mucho", añade.
En conclusión: "España ha recorrido un gran bucle para volver a un sitio parecido del que salió hace unos quince años". "Gracias al crédito y a la capacidad de endeudamiento que a España se le concedió España pudo ir muy bien. Compraba de todo en el exterior y financiaba, en el exterior y en el interior, todo lo que se le ocurría. Ahora todo aquello se acabó y España debe volver a donde estaba, pero peor: más pobre, con más paro, con peores expectativas y tocada psicológicamente al saber que ya nunca volverá lo de antes", concluye el economista.
Artículo publicado en eleconomista.es
Suscribo sus palabras punto por punto como afectado por esta deriva económica y el pasado espejismo de prosperidad vivido en la sociedad española. Tiempo de cambios y aceptación que parece no entrar en la conciencia de los españoles... ni como políticos ni como ciudadanos de a pie.
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