lunes, 25 de febrero de 2013

De guruses y otras hierbas...

Los encuentras en redes sociales. Muchos de ellos, sin la más mínima vergüenza ajena, se autoconsideran 'gurús'. Algunos de algo concreto, otros son gurús, así, simplemente, de todo en general. Al verlos algo de vergüenza ajena recorre tu cuerpo y no puedes evitar el pensamiento políticamente incorrecto: “Pero, ¿y este gilipollas?”.
Ni gurú ni gilipollas, es un nuevo concepto que parece una plaga que se extiende en medio de las redes sociales: los gurupollas.
Crecí con 'El Hombre y la tierra' sonando de fondo en mi televisor, como un muchacho más nacido en los 70. Si Félix Rodriguez de la Fuente viviera aun hoy, posiblemente dedicaría uno de sus míticos programas a esa especie autóctona, que crece al calor de las redes sociales, y que destacan por ser auténticos vendedores de motos.
En parte la culpa es de tanto paro y de la televisión (y, ¿por qué no?, echar la culpa a la  televisión siempre está bien visto). Se trata de miles o cientos de personas, circulando por internet sin más oficio y beneficio que armar ruidodeambulando en busca de un minuto de gloria sin un objetivo concreto. Muchos de ellos se auto consideran influyentes, gurús, expertos e incluso algunos más atrevidos se definen sin rubor como ¡evangelistas, y ninjas!. Estos últimos, por cierto, son mis favoritos. En una ocasión recibí por correo electrónico un email de un personaje autodenominado “ninja del SEO”. Lo conservo con infinito cariño como caso de estudio.
La diferencia entre expertos reales y falsos mesías, es que los primeros realizan una labor profesional destacada, y eso se ve reflejado en internet y en las redes sociales, y por ello se les atribuye un rango de experto en algunas materias. A esas personas, que son buenos profesionales en lo suyo, internet les ayuda reflejando y divulgando su actividad, de manera que se ven premiados con una mayor difusión, y oportunidades por el reflejo de sus méritos en la red.

Como pollos sin cabeza

Pero otras personas, a las cuales me refiero con el título de este post, son extraordinariamente activas en redes sociales, no tienen trabajo conocido o es muy difuso y su único oficio parece ser estar conectado hablando y opinando, generalmente con su Twitter, su blog, su Facebook o su Linkedin echando humo de tanta actividad. Rara vez responderán a algo “no lo sé”. Todo lo saben, todo lo conocen, y en caso contrario Google y las opiniones ajenas resuelven en segundos la situación. 
Estas personas han confundido el fin con el medio. Deambulan como pollos sin cabeza corriendo sin rumbo fijo y sólo quieren estar sin saber porque o para qué. Sólo buscan que les siga la gente, que les conozcan y aplaudan, que les digan lo mucho que aportan sus –generalmente estériles- opiniones. Su objetivo es simplemente ser relevantes para poder dejarnos ver que son relevantes, llamar la atención y aparecer en una de esas ridículas listas de “los más influyentes” que elabora cualquier medio de comunicación. Algunas de estas listas, por cierto,rozan el ridículo: “Los abogados rubios y bajitos más influyentes de Twitter”... y los nominados como pavos reales retuiteándolo alegremente sin rubor, puro egocentrismo 2.0.
Estos curiosos personajes me recuerdan, salvando las distancias, a esos tipos que aparecen en la televisión al lado del famosillo de turno, que intentan salir por salir y chupar cámara. Algunos incluso van disfrazados y aparecen por todos sitios, convirtiéndose ya en parte del paisaje. La diferencia entre los chupa cámaras tradicionales y los 2.0 es que los primeros son inofensivos, pero la aspiración del 'gurupollas' auténtico es que finalmente se le contrate para dar conferencias, o como consultor, y eso tiene un riesgo y un coste para los incautos que pican. Además tienen el añadido de adoctrinar sin más base que la que da haber leído una o dos veces Wired y TechCrunch.
Sí. Me parece que hay muchos buenos profesionales, pero también muchos charlatanes con exceso de tiempo libre alrededor de las redes sociales. De eso es de lo que va este post. A día de hoy las redes sociales han demostrado algunas cosas valiosas, pero mucho menos de lo que prometían hace tan sólo unos años.

Las redes no generan negocio

Twitter es útil para el activismo y la comunicación, Linkedin para encontrar empleo y organizar una agenda profesional, Facebook además de haber hecho rico a Mark Zuckerberg hace que malgastes unas horas al día y recuerdes los cumpleaños de tus amigos, pero eso es mucho menos de lo que nos prometían hace años. Prometían no ser sólo amplificadores, sino acabar siendo excelentes generadores de negocio, y eso, salvo contadas excepciones, aún no ha llegado.
Sólo hay que mirar la evolución de las acciones de Facebook y de sus ingresos para ver que aun buscan desesperadamente la clave tras numerosos intentos discretos. Este es el punto en el que siempre, un gurú de los de “yo vivo de vender la burra en redes sociales y asesorar a empresas” dice algo como “sí, pero yo hice una prueba y BMW vendió un coche de 50.000 euros en Facebook”.
Sí, bien. Correcto, pero un grano de trigo no hace molino. Y eso será así por mucho que los telepredicadores de turno usen ese grano de trigo en sus presentaciones de Power Point para ilustrarnos a todos, cansinamente con ese ejemplo.
Alejandro Suárez es empresario e inversor privado en empresas tecnológicas de carácter innovador desde 1998, Vicepresidente de la AIEI (Asociación de inversores y emprendedores de Internet), autor de 'Desnudando a Google' y 'Ha llegado la hora de montar tu empresa' (Editorial Deusto).
Estoy de acuerdo...las redes son una ayuda...un medio más. Pero no el foco de negocio...salvo claro está para los famosos jueguines de la huerta, la granja y la pecera.
 

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